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lunes, 29 de junio de 2020

Poema 20 (Análisis valorativo)

Poema 20
(Análisis valorativo)
Pablo Neruda

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
            La tristeza siempre fue mi Musa más cercana

Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.
          Así como grande es la Tristeza, grande es la distancia entre las estrellas

El viento de la noche gira en el cielo y canta.
          En mi tristeza no diferencio entre el silencio de la noche y el silbido del viento

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
          Yo a la Tristeza la quiero porque me inspira mis poemas, y sé que ella también
 me quiere porque siempre quiere estar conmigo.


En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
          Cuando la noche es triste, entonces más la recuerdo, más recuerdo sus besos y su cercanía sentados juntos en el piso mirando al cielo claro de la noche.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
          Nunca estuvimos seguros de cuánto nos queríamos. Sólo recuerdo el reflejo de las estrellas en sus cariñosos ojos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
          La misma lejanía que percibo entre las estrellas, ahora la siento entre ella y yo en el Tiempo.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
          Y se convierte en silencio infinito al sentir su distancia. Intento escribir mis versos que se difuminan como gotas de rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
          Dejó de ser importante si ya no la tengo junto a mí. Ya no tengo con quien observar las estrellas.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
          Otros cantan las canciones que yo no siento. Pero no estoy contento. Ya perdí su compañía.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
          Buscarla no es suficiente porque ya sé que ella no está.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
          Las luces celestiales nocturnas blanquean los árboles, así como se blanquean nuestros cabellos. Decimos adiós a nuestros años jóvenes.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
          El Tiempo transcurrido ya no nos permite querernos ni escucharnos como antes.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
          Tal vez ya sea de otro, como lo fue de mí. Solamente conservo el recuerdo sensual de su presencia cálida.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
          Únicamente adivino que aún la quiera. Todos esos años fueron tan pocos. Y hace tantos que no la siento.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
          Las noches y las estrellas siguen tan iguales a aquellas que contemplamos juntos. Por eso no me contenta que ya no esté conmigo.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa.
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
          No es egoísmo, pero su hermoso recuerdo me causa dolor y esa tristeza siempre me hará escribir mis versos. Versos como aquellos ya no serán los mismos.

Nelson Enrique Rivas Zambrano   

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